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Encantada de saludarte

Actualizado: 17 mar



Vamos a comenzar con estas palabras de J.W. Goethe: “en el momento en el que uno se compromete de verdad, la Providencia también lo hace”. Espera, ¿cómo que “Providencia”? ¿Esta página no iba de psicología? Dame un segundo, que tiene sentido.


¿Cuándo nos planteamos pedir ayuda profesional? Piensa en ti y en cómo has llegado hasta esta este texto, ¿eres una persona plenamente satisfecha? Qué pregunta por favor, claro que no. ¿La mayor parte de tu vida te resulta satisfactoria? Bueno…. Nos vamos acercando. ¿Hay alguna(s) cosa(s) que te gustaría cambiar de tu vida en este momento presente? ¡Ajá! Cuando algo no funciona como nos gustaría, y ya hemos agotado los intentos por nuestros propios medios para ponerle solución (incluso hemos preguntado a amigos y familiares), ahí es cuando nos planteamos la terapia.


Empezaremos por un clásico, dar una definición de qué es la terapia psicológica. Todavía no quiero echar mano de la RAE, así que me gustaría presentarte qué es a través de la conceptualización de P. Fonagy, el cual, hace referencia a ella como “llegar a conocerse en el proceso de ser conocido por otro”. Conocerme a través de presentarme, hablar de mí, de mis gustos y miedos, abrirme a compartir experiencias, con otra persona (el psicólogo). Nada mal, ¿eh?


Pero ¿cómo llegamos hasta aquí? ¿llega todo el mundo? La mayor parte de las veces no somos conscientes de todo el recorrido que hemos hecho hasta esta (aparentemente) sencilla conclusión: voy a pedir cita en psicología. Creo que es importante que veas todo lo que has trabajado para llegar hasta este momento. A una primera sesión podemos aventurarnos a ir casi prácticamente todas las personas. Esto ocurre porque cada persona tenemos unas ideas preconcebidas, unas expectativas, de lo que creemos que pasa dentro de la sala, a partir de series, libros, películas, etc., y es lo que vamos buscando esa primera sesión. El reto viene en acudir una segunda, tercera, décima; es decir, una vez sabemos realmente de lo que va la terapia.

Posiblemente de todo esto no nos damos ni cuenta, simplemente nos hemos sentido a gusto en la sesión y le vemos sentido a coger una segunda cita.





¿Quién es, entonces, la persona que me acompaña en el proceso? El profesional de la psicología, ese ente entrenado para acompañar, guiar y favorecer que la persona consiga sus objetivos personales. Es quien ha estudiado mucha teoría y ha entrenado muchas habilidades que le permiten estar receptivo a lo que la persona le dice (tanto con sus palabras, como con aquello que no verbaliza), y que tiene la capacidad para establecer conexiones entre diferentes situaciones, emociones, estados mentales, etc. Con todo eso hace propuestas (hipótesis) de lo que puede estar sucediendo y, por supuesto, favorece que la persona también las haga.


Y, ¿cómo lo hace? Con conocimiento teórico, práctica y escuchando a la persona que tiene delante, con sus necesidades y sus habilidades. Como propone I.D. Yalom: “no es la teoría la que debe guiar la terapia, sino la relación”. Se puede entender como que es habilidad del terapeuta el poder adaptarse a las necesidades de la persona que le consulta y favorecer la creación de un vínculo terapéutico seguro en el que poder experimentar. A través de esas experiencias, dentro y fuera de la sesión, nos vamos conociendo, vamos probando alternativas, vamos encontrando aquello que nos funciona y lo mantenemos. Vamos dándonos las respuestas que tanto parecían resistirse antes de empezar la terapia. Siguiendo con la frase de Goethe: “(…) Toda clase de cosas empiezan a ocurrir para ayudar a esa persona, cosas que sin su previo compromiso jamás habrían ocurrido”. No es magia, ni estrategias del psicólogo. Es mi propia capacidad de conocerme, reflexionar y adaptarme a las situaciones.





Donde se imponga el modelo a tus necesidades, de manera rígida, nada más que una serie de técnicas aprendidas, puede que no sea ahí. Yalom hace referencia a priorizar la relación que guiará el proceso de cambio por encima del medio para realizar ese camino. Ese medio ha de ajustarse a cada individuo. A eso se refiere, y si eso no ocurre, debemos preguntarnos ¿es ahí el sitio adecuado para mí?


Tenemos a una persona comprometida con sus objetivos personales y con conocimientos sobre sí misma, y un profesional de la psicología con habilidades y conocimiento teórico-práctico. Estamos listos para comenzar el viaje, el proceso de la terapia en el que me encantaría acompañarte.


¿Comenzamos?

                                                                                                                



 

 

 
 
 

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